La música es mucho más que un arte; es una herramienta poderosa que puede transformar nuestra vida. Numerosos estudios han demostrado que tanto escuchar como interpretar música puede activar áreas del cerebro relacionadas con el movimiento, las emociones y la memoria. Esto la convierte en un tratamiento complementario innovador y no invasivo, capaz de ofrecer beneficios significativos en el manejo de esta enfermedad.
Uno de los aspectos más fascinantes de la música es su capacidad para sincronizar el movimiento. Muchas veces, experimentamos episodios de "congelamiento" en los que sentimos que no podemos movernos. La música con un ritmo constante puede ayudarnos a superar este bloqueo, ofreciendo un estímulo externo que permite sincronizar los movimientos de manera más fluida. Por ejemplo, un estudio publicado en Frontiers in Neurology en 2020 evidenció cómo los ritmos musicales son capaces de activar la corteza motora y los ganglios basales, áreas del cerebro particularmente afectadas por el párkinson.
Además, las terapias que combinan música con movimiento, como la danza o caminar al ritmo de una canción, han demostrado mejorar nuestra flexibilidad, equilibrio y coordinación. Bailar en grupo o en pareja también fomenta la conexión emocional y social, aspectos fundamentales para nuestro bienestar.

Pero los beneficios de la música no se limitan al ámbito físico. También tiene un impacto profundo en nuestra mente. La música activa el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina. Esto no solo contribuye a mejorar nuestro estado de ánimo, sino que también puede reducir niveles de ansiedad y depresión, problemas comunes entre quienes vivimos con esta enfermedad.
Para aprovechar al máximo estas propiedades, es importante seleccionar música adecuada para cada propósito. Las canciones con un ritmo constante y predecible, en un rango de 60 a 120 BPM, son ideales para actividades como caminar. Por otro lado, los temas instrumentales pueden ser más efectivos para ejercicios de relajación, ya que permiten concentrarnos en el ritmo sin distracciones. Finalmente, siempre es recomendable elegir música que disfrutemos, ya que el placer emocional amplifica los efectos positivos.
A continuación, te comparto una playlist con mis favoritas. Cada selección está pensada para cumplir un objetivo terapéutico, ya sea mejorar el movimiento, facilitar la relajación o estimular la actividad cerebral:

Para Ejercicios de Caminata:
- "Stayin' Alive" – Bee Gees (103 BPM)
- "Uptown Funk" – Mark Ronson ft. Bruno Mars (115 BPM)
- "Walking on Sunshine" – Katrina and the Waves (118 BPM)
- "La Macarena" – Los del Río (103 BPM)
- "Don't Stop Me Now" – Queen (155 BPM)
Para Relajación y Mindfulness:
- "Clair de Lune" – Claude Debussy
- "Weightless" – Marconi Union (considerada una de las canciones más relajantes del mundo)
- "The Swan" – Camille Saint-Saëns
- "Imagine" – John Lennon
- "Meditation" – Thais (Jules Massenet)
- "Nocturne en Mi Bemol Mayor, Op. 9, No. 2" – Frédéric Chopin


Para Estimulación Motora Rítmica:
- "Billie Jean" – Michael Jackson (116 BPM)
- "Viva La Vida" – Coldplay (138 BPM)
- "Can't Stop the Feeling" – Justin Timberlake (113 BPM)
- "Happy" – Pharrell Williams (160 BPM)
- "I Gotta Feeling" – The Black Eyed Peas (128 BPM)
Integrar la música como parte del manejo de la enfermedad, tiene sin duda, un impacto positivo en nuestra calidad de vida.
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Comentarios
La música a mi me da vida. No puedo vivir sin ella. Muy buen post.
Para mi imprescindible en mi vida