Existen numerosos estudios que respaldan el efecto positivo del ejercicio en la enfermedad de Parkinson, demostrando que la actividad física puede ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes. El ejercicio no solo mejora la movilidad y reduce la rigidez, sino que también puede ralentizar la progresión de los síntomas motores y no motores.
Estudios sobre el ejercicio y el Parkinson:
- Estudio SPARX (Study in Parkinson’s Disease of Exercise): Este estudio, publicado en JAMA Neurology en 2018, mostró que el ejercicio de alta intensidad (3 veces por semana) puede ralentizar la progresión de los síntomas motores en pacientes con Parkinson temprano. Los participantes que realizaron ejercicios de alta intensidad mostraron una menor progresión de los síntomas comparado con los que hicieron ejercicios moderados o nada.
- Estudios de fisioterapia y entrenamiento de resistencia: Un estudio en The Lancet Neurology (2012) encontró que el entrenamiento de resistencia y la fisioterapia centrada en la movilidad y el equilibrio mejoran significativamente la marcha, el equilibrio y la fuerza muscular en personas con Parkinson, ayudando a reducir caídas y mejorar la independencia.
- Ejercicio aeróbico y neuroplasticidad: La investigación sugiere que el ejercicio aeróbico regular (como caminar rápido o nadar) puede estimular la liberación de factores neurotróficos como el BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), lo que promueve la neuroplasticidad y ayuda a compensar la pérdida de dopamina en el cerebro.
Actividades más indicadas para pacientes con Parkinson:
- Ejercicio aeróbico: Caminar, nadar, montar en bicicleta y bailar son actividades que mejoran la salud cardiovascular, la coordinación y el estado de ánimo.
- Entrenamiento de resistencia: Levantamiento de pesas o ejercicios con el peso corporal para mejorar la fuerza muscular, fundamental para contrarrestar la debilidad y mejorar la movilidad.
- Ejercicios de flexibilidad y estiramientos: Pilates o yoga pueden ayudar a combatir la rigidez muscular y mejorar el equilibrio.
- Entrenamiento de equilibrio y coordinación: El tai chi o el yoga son altamente recomendados, ya que mejoran la estabilidad y reducen el riesgo de caídas.
- Ejercicios de fisioterapia: Programas individualizados de fisioterapia pueden enfocarse en mejorar la marcha, la postura y la movilidad, esenciales para mantener la independencia.
En resumen, hay sólidas pruebas científicas que demuestran que el ejercicio, especialmente cuando se adapta a las necesidades de las personas con Parkinson, no solo mejora los síntomas motores, sino que también tiene un impacto positivo en la salud mental y la calidad de vida.

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