La Importancia de Permitirse Estar Mal: el Equilibrio entre Esfuerzo y Descanso en la Vida con Párkinson

Publicado el 17 de octubre de 2024, 8:30

Vivir con párkinson nos enseña muchas cosas sobre nosotros mismos, pero una de las más valiosas es la necesidad de encontrar un equilibrio entre mantenernos activos y escucharnos cuando el cuerpo nos pide descanso. En este proceso de autoconocimiento, es fundamental aceptar que no somos "superhéroes" y que, aunque el esfuerzo y la resiliencia son herramientas poderosas, no podemos exigirnos más allá de nuestros límites. Permitirse estar mal, descansar cuando el cuerpo lo pide, es tan importante como el esfuerzo diario por mantenernos activos y funcionales.

La importancia de escucharse: cuando el cuerpo dice “para”

Una de las lecciones más importantes que he aprendido viviendo con párkinson es a escuchar a mi cuerpo. Aunque siempre he sido deportista, con una rutina estricta de actividad física, no todos los días son iguales. Hay días en los que el cuerpo simplemente no responde de la manera que esperas, y en lugar de frustrarse o forzar el esfuerzo, es crucial aprender a dosificarlo. Adaptar el esfuerzo al estado físico del momento no es rendirse, sino cuidarse. Se trata de un autocontrol que no solo preserva nuestra salud física, sino también mental.

Retarnos e intentar alcanzar metas nos ayuda a conocer nuestros propios límites, y en ese autoconocimiento está la clave: saber cuándo el cuerpo nos está diciendo "para". No escuchar ese mensaje y forzarse más allá puede tener consecuencias contraproducentes, afectando no solo nuestro rendimiento en actividades físicas, sino también nuestras capacidades para realizar tareas básicas del día a día.

La diferencia entre “no puedo” y “no quiero”

Es vital aprender a diferenciar entre los momentos en los que realmente “no puedo” y los que simplemente “no quiero”. Esta distinción puede parecer pequeña, pero es profundamente importante para nuestro bienestar. Hay momentos en los que el cuerpo, ya sea por fatiga o síntomas del párkinson, realmente no puede más, y es entonces cuando debemos permitirnos parar. Pero también hay otros momentos en los que nuestro ánimo está bajo y la tentación de no hacer nada se apodera de nosotros. Es en esos días cuando debemos insistir en fijarnos pequeños retos físicos.

No se trata de grandes proezas deportivas, sino de actividades simples como dar una caminata, montar en bicicleta, nadar o incluso realizar una tarea doméstica como limpiar la casa. Aunque en esos momentos puede parecer que el esfuerzo es lo último que necesitamos, la recompensa de bienestar que sentimos al completar una actividad es inmensa. No solo para nuestro cuerpo, sino también para nuestro estado mental. El movimiento genera endorfinas y una sensación de logro que no habríamos tenido quedándonos en el sofá.

El equilibrio entre esfuerzo y descanso: no rendirse, pero no forzarse

Vivir con párkinson no significa renunciar a la actividad física o al esfuerzo. De hecho, mantenernos activos es clave para nuestro bienestar a largo plazo. Sin embargo, tampoco significa forzarnos en los días en que el cuerpo realmente necesita un respiro. No rendirse no quiere decir nunca parar; quiere decir continuar adaptando nuestros esfuerzos de manera inteligente, conociendo nuestros límites, y aceptando que algunos días simplemente necesitamos parar para poder continuar mañana.

Este equilibrio es el que nos ayuda a vivir con plenitud, a no traicionarnos a nosotros mismos y a no dejar que el párkinson nos defina. Nos permite dar lo mejor de nosotros mismos, sin forzar la máquina hasta el punto de hacernos daño. Escucharse, conocerse y actuar de manera consecuente es esencial para mantener tanto nuestra salud física como mental.

Conclusión: el autocuidado como pilar del bienestar

En definitiva, la clave para una vida con párkinson está en ese punto medio entre el esfuerzo y el descanso. Conocerse a uno mismo, aceptar los días en los que no podemos dar el 100% y actuar consecuentemente, nos permite vivir de manera más equilibrada. Esto no solo nos ayuda a mantenernos activos, sino también a preservar nuestra salud mental, evitando la frustración y el agotamiento.

Recuerda que permitirse estar mal no es un signo de debilidad, sino de sabiduría. Escuchar lo que tu cuerpo te dice es una forma de cuidarte y de asegurar que, a largo plazo, puedas seguir enfrentando los desafíos de la vida con párkinson con la misma resiliencia y actitud positiva que te caracteriza.

Porque, al final del día, lo más importante es cuidarse para seguir adelante, sin rendirse, pero también sin olvidarse de uno mismo.

¿Y tú?, ¿qué vas a hacer hoy?

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Comentarios

Sonia
hace 7 meses

a mí me ha costado mucho,tengo Parkinson desde hace 4 años,ahora tengo 49,escuchar mi cuerpo y cuando no puede parar. Hago Yoga y algunos ejercicios en casa