A veces, la vida nos sorprende cuando menos lo esperamos. En un camino marcado por el Párkinson, una enfermedad que muchos creen que solo resta, hay quienes descubren que también puede sumar. Esta es una historia de amor diferente, especial y profundamente humana. Una historia que une a dos personas, Maribel y Alan, a través de una experiencia compartida con el Párkinson, pero que trasciende cualquier diagnóstico para transformarse en algo más: amor, sosiego, diversión y entendimiento. Un caso poco común que nos recuerda que incluso en medio de las dificultades, puede florecer lo inesperado y hermoso.

…Y cuando piensas en continuar tu vida por libre, sin sentenciar a otra persona de por vida a cuidarte, es cuando todo cambia de repente y sin buscarlo...
Nuestra historia fue como la canción de Mina “Mi sei scoppiato dentro il cuore”. Yo hablaba con amigos, bromeábamos entre nosotros y tú llegaste, me miraste y ahora todo ha cambiado en mí...

Comenzamos a hablar por privado y descubrimos que teníamos muchas cosas en común: mismo signo del zodiaco, mismo mes y año de diagnóstico, mismas ganas de reír y mismas ganas de disfrutar de la vida.
Fue tan extraño para nosotros encontrar algo así, que comenzamos a buscar la forma de poder vernos y conocernos en persona. Qué decir... fue todo un éxito. Mi “anestesia emocional” fue desapareciendo poco a poco y estar junto a él era tan familiar que daba miedo, ya que a él le sucedía lo mismo. Un flechazo en toda regla.
Lo mejor de todo esto es el trato “normal”: el que no te frena, que te anima, que no te recuerda cada instante tus síntomas... El saber qué es lo que piensa el otro en cada momento nos ayuda mucho en lo cotidiano y nos facilita, recíprocamente, saber cómo es la enfermedad y cómo condiciona a nuestros cuerpos. Hace mucho más fácil el poder ayudarnos.

Así que decidimos intentarlo, pensando en el presente y en el futuro lo justo. Creamos la cuenta de Instagram @mrandmisspk para que la gente pueda ver que, con Párkinson, se puede tener una vida normal, llena de risas y locuras.
El único inconveniente que tenemos ahora mismo no es la enfermedad, es que no podemos estar juntos tanto como quisiéramos, ya que él vive en Italia y yo vivo en España. Él tiene su trabajo allí y yo soy cuidadora de mi madre con demencia aquí.
Pero, como dije antes, pensamos en el futuro en lo referente a pasar una vida juntos...
Maribel y Alan son un ejemplo inspirador de cómo el Parkinson no tiene por qué ser sinónimo de soledad o resignación. Su historia nos habla de conexión, de valentía y de cómo, aun con desafíos, se puede construir una relación basada en el respeto mutuo, la alegría y la esperanza. Nos enseñan que las fronteras son solo geográficas cuando hay amor, que las enfermedades no siempre separan, y que incluso en medio del dolor puede surgir la más bella de las sorpresas. Gracias por recordarnos que lo extraordinario a veces nace de lo inesperado.

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Comentarios
Leí vuestra historia y de verdad me conmovió. Es bonito ver cómo el amor puede crecer incluso en medio de las dificultades. Me alegra muchísimo por vosotros, Maribel y Alan. Gracias por compartir algo tan bonito y lleno de esperanza!! 🙌🏼
Siete davvero fantastici e sono orgogliosa di esservi amica!!.